La ceremonia religiosa se celebró en la iglesia de Bole Madhaniyalem. En Meskel hicieron una especie de parada principesca en la que, según cuenta Arefe en Addis Journal (que nos ha cedido las fotos que ilustran este post) la gente se subía a los árboles, a los muros, a los techos de las furgonetas para no perderse detalle. Desde Meskel partieron en una carreta hasta el hotel Sheraton, donde congregaron a más de mil invitados en su fiesta.
Claro, tanto oropel y dispendio en una ciudad repleta de miseria no podía quedar sin debate. Y lo hay. Para unos es una ofensa en plena crisis del hambre en muchas zonas del país; para otros el premio que merece una heroína nacional que, además, con esta movida genera actividad en la ciudad. Para algunos la boda no deja de formar parte de esa maquinaria (que existe y engrasan todos los países) que alimenta las ilusiones de un pueblo que lo está pasando mal y, al mismo tiempo, oculta las carencias y manipulaciones. El Gobierno de Etiopía está poniendo sumo empeño en alentar el orgullo etíope. Con las apabullantes victorias en las carreras, con las celebraciones del Milenio o con la recuperación del obelisco de Axum que expoliaron las tropas italianas. Pan y circo en pantalla gigante desde la plaza Meskel.
En fin, felicidades a Tirunesh y Sileshi, a quienes algo sí se les fue la mano con esa ostentación un pelín hortera. Pero tengamos en cuenta que allí ya no hay Casa Real.
Si quieres ver el vídeo del festejo, aquí tienes un enlace con EthioTube.
3 comentarios:
Yo creo que ellos -los que se suben a las vallas y a los árboles para ver el festejo- también tienen derecho a ver un festejo de vez en cuando. El color, la luz y las bodas alivian la penuria.
Bonito blog, te enlazo (aunque tardará un poqui en aparecer la entada).
Que bonito, mientras otros tantos se mueren de hambre...
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