domingo, 14 de enero de 2007

Addis Abeba: el primer impacto



Cuando uno viaja a un destino desconocido experimenta una mezcla de emoción e inquietud al poner por primera vez un pie en el suelo. Si el motivo del viaje es la adopción de tus hijos, una especie de vértigo puede hacer que vivas esos momentos iniciales en una nebulosa. Addis Abeba impacta desde el aire. Las dos veces que viajamos a Etiopía aterrizamos en el aeropuerto internacional de Bole cuando ya era noche. Una inmesa sabana de luces da una idea de la dimensión de la ciudad, pero también lo tenue de la iluminación te adelanta lo que encontrarás en tierra. Unas cuantas avenidas largas y con potente iluminación trazan los límites de los barrios en los que vive la mayoría de los cinco cuatro millones de habitantes casi en la penumbra.

El aeropuerto de Bole es moderno y construido con buen gusto. Grandes acristalamientos y columnas metálicas homologan las instalaciones con las de cualquier terminal nueva de una ciudad mediana de España. No desesperes, el trámite para obtener los visados es algo lento; mucho menos la segunda vez que fuimos (abril del 2006) que la primera (julio de 2005). Aunque la logística aún no está muy depurada, ya trabajan con equipos informáticos. Mientras esperas el visado, puedes aprovechar para cambiar algo de dinero allí mismo. Y para empezar a familiarizarte con la mirada y la elegancia de los etíopes. Y amabilidad sin sumisión.


Los ojos negros y profundos los verás pronto en la cara flaca -y a veces deformada por el hambre y la enfermedad- de los chavales que en los semáforos rodearán el taxi camino del hotel. A unos siete kilómetros de la terminal está la plaza Meskel (en la foto), un espacio amplio que descubrirás que es el punto que desde el aire veías iluminado con luces verdes. Es uno de los centros neurálgicos de la ciudad y un lugar con el que te familiarizarás enseguida, sobre todo si te alojas en el hotel Ghion, situado en los jardines contiguos al antiguo palacio del emperador Haile Salassie, hoy residencia del presidente de la República.

La plaza Meskel, que fue conocida como Plaza de la Revolución en los años del Dergue (el régimen comunista de Mengistu de 1974 a 1991), es un inmenso anfiteatro urbano del que parten las principales arterias que atraviesan la ciudad. Aún se conserva, en el frente, la tribuna de autoridades. Es escenario de concentraciones políticas (la mayor manifestación contra el actual Gobierno, antes de las elecciones de mayo del 2005), de grandes conciertos (los que sirvieron para rendir homenaje a Bob Marley en febrero del 2005 con motivo de su 60 aniversario), fiestas religiosas (la Cruz Verdadera, en septiembre). También es el lugar en el que muchos chavales entrenan en su afán de emular al último de los héroes locales, el atleta Kenenisa Bekele.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Viajé a Addis Abeba el año pasado y me emociona encontrarme con alguien que describe mis emociones sin habérselas contado. Creo que eso lo consigue esa tierra tan peculiar. Yo también me enamoré de Etiopía y me gustaría que la conociésemos mejor sin limitarnos a su situación socioeconómica, creo que es una gran desconocida para el mundo. Mama etiopia guachusalom.

Anónimo dijo...

Hola, me gustaria contactar contigo para la posible publicación de unas fotos.
No veo tu correo por ningún sitio... y huyo de los SPAM.