En las afueras de la ciudad de Axum, cerca de los restos del castillo del Rey Kaleb, al lado del lugar en el que se convervan un antiguo monolito con inscripciones en cuatro lenguas muertas, a unos metros de los baños de la reina de Saba, un coro de niñas abandona la atención al ganado para salirnos al paso. Con tambores hechos con latas de pintura y parches y dando palmas marcan el ritmo de canciones alegres.
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