En una calle de tierra, la que conduce desde el campo de los gigantescos obeliscos de Axum a la carretera que lleva al palacio de la Reina de Saba, se escucha un sonido seco y la voz alegre de una niña. El
kabaro hecho con una tira de piel de cordero y una lata de leche en polvo de USA sirve para anemizar la tarde a la niña del tambor de hojalata.
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