miércoles, 24 de enero de 2007

Kapuscinsky y Etiopía


Las primeras referencias literarias que casi todos tenemos sobre Etiopía se las debemos a Ryszard Kapuscinski. El periodista polaco, el gran reportero del siglo XX que contó los conflictos de África desde sus entrañas, murió el martes. Kapuscinski, además de dejar impagables lecciones sobre la esencia del periodismo, escribió dos obras clave para quien pretenda entender algo sobre Etiopía, Ébano y, sobre todo, El Emperador.
En este último ensayo hace un retrato demoledor de Haile Salassie, el último emperador de Etiopía. Tomando como hilo conductor los comentarios de colaboradores y sirvientes del Negus, presenta a un personaje que encandiló a Occidente, que continuó la senda modernizadora del país iniciada por Menelik II, que fue convertido en su semidiós por los rastafaris y que acabó sus días convertido en un fantoche cruel que sometió a su pueblo con mano de hierro. Aquí puedes ver una muestra del boato del que se rodeaba.
Hoy, más de 30 años después de la muerte de Haile Salassie, su figura sigue envuelta por el celofán de la leyenda. Es muy posible que después de conocer su historia a través de la magistral obra de Kapuscinsky (o de la entrevista que le hizo Oriana Fallaci para su libro Entrevista con la historia) tengas una opinión poco amable del último emperador, pero en Etiopía sigue siendo idolatrado por muchas personas, incluso por los jóvenes que ni lo han conocido. No es raro ver a chavales con camisetas con su imagen (como otros llevan al Che), o con el León de Judá, símbolo de la dinastía. Consideran que fue una época de gloria, pese a que no acabó con el hambre, la enfermedad, la guerra y la represión. Y otra vez hablamos de Teddy Afro, el icono de la música pop local, que en su escenografía también echa mano de Haile Salassie.
A la leyenda del Negus contribuyó enormemente Bob Marley y toda la cultura rastafari. Lo consideraron la reencarnación de Dios y una especie de mesías para los negros que fueron llevados por los traficantes de esclavos a América. Los rastas deben su nombre precisamente a Haile Salassie, que antes de ser entronizado (en 1930) tenía el tratamiento de Ras (cabeza en amárico) y se llamaba Tafari Makonen. En este documental, con subtítulos en español, se cuenta la conexión rasta con Etiopía.
El caso es que si viajas a Addis Abeba vas a encontrar multitud de referencias al emperador que retrató Kapuscinsky. Una visita recomendable es la Iglesia de la Trinidad (el nombre del emperador quiere decir algo así como el Poder de la Trinidad), que mandó construir Haile Salassie y que acabó siendo su mausoleo. Allí podrás ver los frescos que adornan el interior de la cúpula, donde aparece el propio Rey de Reyes y su mujer adorando a la Virgen. En otra pintura se reproduce su intervención ante la Sociedad de Naciones para solicitar la intervención internacional contra la invasión italiana. Se conservan aún los tronos que utilizaban durante los oficios religiosos y muchos de los emblemas y banderas de sus ejércitos, incluida la Armada, que desapareció cuando Etiopía perdió su salida al mar, en 1993, a raíz de la independencia de Eritrea.
Si decides alejarte de Addis Abeba, a 250 kilómetros está la ciudad de Shashemane, donde entre los años 50 y 70 se asentaron numerosas familias jamaicanas que viajaron a la tierra prometida. Eran terrenos cedidos por el León de Judá, el héroe de los rastafaris, que fueron nacionalizadas tras el derrocamiento del soberano Salassie. Hoy queda una comunidad rasta que, por cierto, no ve con agrado la salida de niños etíopes adoptados por familias faranyis.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Leyendo vuestro blog he descubierto a Kapuscinsky.Lo primero que hice fue ir a una librería y comprar El emperador y Ebano y me sorprendió la cantidad de premios que han ganado sus libros. Comencé a leer El emperador, por ser el primero de los dos que ha publicado y su estilo me ha atrapado, y de paso conozco algo sobre la historia de la tierra que también alumbró mi vida.

Blanca dijo...

Pues nada
Ayer por fin, compré el emperador en la feria del libro de Madrid. A ver qué tal.
Va a ser la primera vez que me acerque a este escritor.

Por cierto, que nos acompañaba Dawit, que todavía no ha viajado de vuelta a Addis.

Un beso fuerte
Blanca