viernes, 27 de julio de 2007

La fuga de los médicos


Las calles de las ciudades se han llenado, de repente, de unos carteles publicitarios que impactan sin herir. Un niño-médico, un niño negro con el fonendoscopio al cuello, sonrisa franca y mirada saludable, avisa de que África necesita frenar la fuga del personal sanitario. Es una campaña de la oenegé AMREF. Dicen algunas estadísticas que hay más médicos etíopes en Chicago que en Etiopía. Los graduados en las facultades africanas buscan un visado para huir. A Estados Unidos, a Europa o a los Emiratos Árabes. Etiopía tiene un médico por cada 100.000 habitantes. No es extraño, porque en un hospital público de Addis Abeba pueden ganar unos 3.000 euros al año, menos de lo que ingresarán al mes si logran visa para su sueño. Es lo que nos contó el pediatra que atendió a nuestros hijos en Addis, pero circulan datos que aún son peores, como los que se recogen en el blog Montalvoland. Y si es difícil que se queden a trabajar en la capital, mucho más complicado es que se vayan a las zonas rurales, donde las necesidades son inmensamednte mayores. A los países pobres se les acusa de acomodarse a vivir de la ayuda internacional, pero la fuga de médicos formados en universidades africanas ¿no es acaso un subsidio de los países pobres a los ricos?. Advierte la OMS que la fuga de médicos y enfermeros tiene un enorme impacto en países diezmados por el sida, la malaria, la malnutrición y una deficiente instrucción sanitaria de la población. No hagáis caso del cartel que se esconde detrás: la suerte, como la justicia, no es para todos.

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