Campaña electoral del partido del Gobierno (EPDFR) en el barrio de Mekanisa (Addis Abeba), en la campaña de mayo del 2010 (2202 en el calendario etíope)
Meles Zenawy, el recién reelegido primer ministro de Etiopía, está hoy en España. Junto a los mandatarios de Cabo Verde, Tanzania y Sudáfrica, participa en unas jornadas organizadas por la Fundación Ideas, del PSOE, en las que se abordarán los progresos experimentados por África y para lo que se ha invitado a líderes de formaciones de lo que de acuerdo con la terminología occidental se denomina progresista. Meles, que ha logrado hacerse un hueco en las agendas internacionales (G-20, conferencia sobre el cambio climático), se entrevistó con el rey de España y con el presidente Zapatero.
No seremos nosotros los que le otorguemos o quitemos credenciales democráticas a Meles, pero tampoco parecen muy acertadas las arremetidas de algunos comentaristas que han criticado que Zapatero se reúna con el primer ministro etíope, al que ponen en la lista de los más terribles azotes del continente. En todo caso esas críticas parecen más motivadas por la inquina contra Zapatero que por la preocupación por la democracia en Etiopía.
Meles, que gobierna el país desde hace casi 20 años y que acaba de ganar una peculiares elecciones en las que la oposición sólo obtuvo dos escaños en el Parlamento, dirige un Gobierno que para muchos se mueve entre la dictadura encubierta y la democracia defectuosa, con actos arbitrarios contra dirigentes de la oposición, acoso a la libertad de expresión y trabas a las organizaciones de derechos humanos. Pero es una desproporción y producto de un desconocimiento equiparar a Meles con los peores genocidas del continente y la realidad actual de Etiopía con una feroz dictadura. La reciente polémica por la visita frustrada a La Moncloa de ruandés Paul Kagame, acusado de genocidio por instancias internacionales, ha servido para echar más leña a la hoguera en la que, por motivos bien distintos, se está quemando Zapatero.
No nos gusta nada que el listón de los estándares democráticos se pongan a diferente altura cuando se habla de Europa y de África. La democracia solo tiene unas reglas y en Etiopía no se respetan todas. Dicho esto, creemos firmemente que las cosas pueden ser buenas, malas o regulares según con qué se las comparen. Y Etiopía, que ha de avanzar todavía mucho en la democracia, quizás no haya vivido a lo largo de su historia en una situación política más alejada de la autocracia y más próxima a la democracia.
No seremos nosotros los que le otorguemos o quitemos credenciales democráticas a Meles, pero tampoco parecen muy acertadas las arremetidas de algunos comentaristas que han criticado que Zapatero se reúna con el primer ministro etíope, al que ponen en la lista de los más terribles azotes del continente. En todo caso esas críticas parecen más motivadas por la inquina contra Zapatero que por la preocupación por la democracia en Etiopía.
Meles, que gobierna el país desde hace casi 20 años y que acaba de ganar una peculiares elecciones en las que la oposición sólo obtuvo dos escaños en el Parlamento, dirige un Gobierno que para muchos se mueve entre la dictadura encubierta y la democracia defectuosa, con actos arbitrarios contra dirigentes de la oposición, acoso a la libertad de expresión y trabas a las organizaciones de derechos humanos. Pero es una desproporción y producto de un desconocimiento equiparar a Meles con los peores genocidas del continente y la realidad actual de Etiopía con una feroz dictadura. La reciente polémica por la visita frustrada a La Moncloa de ruandés Paul Kagame, acusado de genocidio por instancias internacionales, ha servido para echar más leña a la hoguera en la que, por motivos bien distintos, se está quemando Zapatero.
No nos gusta nada que el listón de los estándares democráticos se pongan a diferente altura cuando se habla de Europa y de África. La democracia solo tiene unas reglas y en Etiopía no se respetan todas. Dicho esto, creemos firmemente que las cosas pueden ser buenas, malas o regulares según con qué se las comparen. Y Etiopía, que ha de avanzar todavía mucho en la democracia, quizás no haya vivido a lo largo de su historia en una situación política más alejada de la autocracia y más próxima a la democracia.
1 comentario:
Estoy bastante de acuerdo. Desde luego Meles no es un perfecto ejemplo de demócrata,aunque tampoco un asesino de masas.
P.d.: Ni Zapatero mató a Laura Palmer...
Publicar un comentario