domingo, 22 de abril de 2007

Monte Entoto: tradición, economía y eucaliptos



En el alto del Entoto, a unos 3.000 metros de altitud está el origen de la ciudad de Addis Abeba, construida por el emperador Menelik II hacia 1890. Subir al monte Entoto es muy recomendable. No sólo porque si el día está despejado y encuentras un claro entre los árboles, puedes ver la capital etíope. También porque la subida es un compendio de la tradición y las condiciones de vida actuales del país; porque podrás ver lo que nos separa y lo que nos une.
Ahora la carretera está en unas condiciones bastante buenas, pero el coche debe estar a punto para la ascensión, y si te decides a hacer el camino a pie has de estar en forma. De camino encontrarás un paisaje poblado por gente que sube y baja a pie, fieles y sacerdotes vestidos con túnicas color mostaza, con burros cargados de manera imposible, mujeres que recogen leña. Y, si viajas desde Galicia, reconocerás un paisaje plagado de eucaliptos en una ascensión que no se diferencia tanto, por ejemplo, de la subida a San Roque en Viveiro.
En el alto tal vez haya puestos de venta con esas sombrillas y paraguas tan coloristas que se usan en Etiopía, con bidones para el agua, velas para la iglesia...Hay dos templos, el de Mariam, junto a las ruinas del que fuera palacio de Menelik y su esposa Taitu, y el de Ragel, de estructura octogonal y de dos plantas. También existen los restos de lo que se supone que fue un primitivo monasterio excavado en la roca y un pequeño museo.
Esa es parte de la tradición y la historia. También lo son los bosques de eucaliptos sobreexplotados y que aportan un aroma muy característico a Addis Abeba. Pero ¿cómo apareció aquí ese árbol? Pues al mismo tiempo que se comenzó a levantar la ciudad de Addis Abeba (Flor Nueva). Había necesidad de madera para la construcción y de leña para el combustible, porque en el lugar elegido para acoger la capital de la nueva Etiopía escaseaba. Así que se importaron las semillas desde Australia y, como sucede en Galicia, se convirtió en una especie que se apoderó del paisaje.
Hoy sigue siendo fuente principal de madera para la construcción (los andamios en Etiopía son de troncos) y de combustible. Muchas personas, sobre todo mujeres y niñas hacen decenas de kilómetros cada día para recoger haces de ramas que, sobre sus hombros, ocultan casi por completo sus figuras. Su trabajo es esencial para la gente de las ciudades y sobreviven con apenas 50 céntimos al día. Existe un proyecto del Banco Mundial de apoyo a estas mujeres llamado The Ethiopian Women Fuel Wood Carriers Project. Y existe también un movimiento de autoayuda para mejorar las condiciones de vida de estas mujeres al tiempo que se intenta frenar la destrucción de los bosques. La deforestación y el monocultivo son un grave problema también en Etiopía, un país con unos enormes y desaprovechados recursos hídricos.

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