domingo, 22 de noviembre de 2009
Del súper a la comisaría (o casi)
En la Plaza de Meskel, muy cerca de la entrada principal del hotel Ghion, hay un restaurante chino muy popular en Addis Abeba y el supermercado Hadya, en el que compramos agua y algunas provisiones de urgencia en nuestras primeras estancias en Addis Abeba. Leímos estos días en el Addis Fortune que la Agencia de la Vivienda del Gobierno ha dado un plazo de cincuenta días a los propietarios de los dos negocios para que desalojen los locales. La razón es que el Ministerio de la Mujer, que tiene sus oficinas en el mismo edificio tiene que ampliar sus dependencias y quiere utilizar los bajos.
En el restaurante, que lleva cincuenta años en Meskel, nunca hemos entrado, pero el súper ha sido el escenario de uno de los episodios del viaje del pasado verano. Al salir de allí estuvimos a punto de acabar en la comisaría del barrio. En ese supermercado le compramos algo de comida a Mohamed, un chaval que vive en la calle, en la zona del Estadio. Cometimos la imprudencia de sentarnos con él en una acera para que comiese los bocatas con tranquilidad y de hacernos una foto con él. Alguien que nos vio y nos lo reprochó se lo contó a la policía en cuanto pudo.
Cuando nos disponíamos a comprarle unas chanclas en alguno de los puestos de venta del barrio nos abordaron tres policías de uniforme y un comisario de paisano. Después de un pequeño tumulto y de una larga discusión en la que los policías se mostraban muy interesados por la protección de la imagen del menor nos dejaron marchar pero solo una vez que borramos las dos fotos en las que aparecía Mohamed.
Ah, mientras recorríamos las tiendas de la zona o cuando discutíamos con los policías a nuestra hija le robaron la billetera que llevaba en la mochila. Fue finalmente un día muy provechoso para nosotros, y no es una ironía.
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