martes, 22 de diciembre de 2009
Cambio climático: la deforestación de Etiopía
Terminó casi en fiasco la Cumbre del Clima de Copenhague a la que el primer ministro de Etiopía, Meles Zenawy, llevó la representación de parte de los países africanos. A Meles le tocó poner sobre la mesa la resistencia de los países empobrecidos a un acuerdo que les hiciese pagar los platos rotos por los países industrializados, aunque finalmente se aceptó un compromiso de mínimos. Meles, que recibió críticas de algunos activistas y políticos del continente, dijo en su discurso que África volvería a llegarse la peor parte de la falta de acuerdo y puso el énfasis en la reclamación de un fondo especial financiado por los países ricos para que los pobres puedan hacer frente a las medidas contra el cambio climático.
Ya antes de partir a Dinamarca había publicado un artículo en el que subrayaba la enorme y doble injusticia para África: padece los efectos de un cambio climático que no contribuyó a generar y además se le imponen restricciones para el futuro. En el artículo, titulado África en riesgo, concluía que no se podía creer que los ciudadanos de los países ricos admitiesen la injusticia de que sus gobiernos saliesen al recate de los bancos y no aportasen ayuda para que los países pobres pudiesen hacer frente a las consecuencias del cambio climático.
Meles Zenawy abordó un asunto clave para las economías y la regeneración ambiental de muchos países africanos: la reforestación. La carencia y carestía de otros carburantes supone que hasta el 80% del combustible doméstico consumido en países como Etiopía proceda de los bosques, lo que impide la regeneración del arbolado y empobrece el suelo. Un círculo letal que acaba con las tierras de labradío, desborda los ríos cuando no hay sequía, mata ganado y arruina cosechas. Consecuencia: hambre.
Las dos imágenes con las que ilustramos este post las hemos tomado el verano pasado en un viaje entre Addis Abeba y Dessie, en el noreste del país. En la primera se aprecia la degradación del suelo en el que el eucalipto se convirtió prácticamente en monocultivo. En la de abajo se ven algunas reses muertas, pero no por la falta de pasto, como podría parecer por su aspecto, sino porque fueron arrolladas por las lluvias que los suelos erosionados no son capaces de absorber.
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