Imagen de www.addisfortune.com Etiopía es un país complejo, con más de ochenta etnias conviviendo y enormes diferencias culturales entre, por ejemplo, las tierras altas del centro y el norte del país, y las áreas del sur. Desde que Menelik II inició la unificación de los reinos de la antigua Abisinia con regiones del sur y del este, han sucedido muchas cosas. La monarquía estrafalaria de Haile Selassie, el Derg, el levantamiento contra el régimen comunista encabezado principalmente por líderes tigray, como el actual primer ministro, la independencia de Eritrea, las guerras contra Somalia, los conflictos fronterizos.
Hemos escuchado críticas hacia el actual Gobierno por su supuesta campaña de aliento al enfrentamiento interétnico, aunque también hemos oído decir que esas críticas proceden casi siempre de los amhara que, según quienes niegan la primera acusación, se consideran el pueblo elegido. Lo cierto es que la convivencia y hasta el mestizaje de etnias y religiones en Etiopía es un hecho.
Con ser quizás el país más cohexionado de África (sin olvidar conflictos como el de Ogadén) parece que a Etiopía le hace falta argamasa para unir lo que incluso la Constitución Federal dice que cualquiera de sus pueblos integrantes puede desunir. Viene todo esto a cuento porque leyendo Addis Fortune nos hemos encontrado una crónica de Girma Feyissa en la que habla del Festival de las Naciones, las Nacionalidades y los Pueblos de Etiopía. Se celebró el martes pasado en la plaza de Meskel, en Addis Abeba, y consistió en una especie de gigantesco carnaval de coros y danzas con representaciones de los diferentes pueblos que integran el país. Es la tercera vez que se celebra y en esta ocasión hizo de anfitriona la región de Oromia.
El último párrafo de la crónica de Girma dice algo así:
"Parece que la gente está empezando a entender Etiopía como un estado multiétnico, multiidiomático y multicultural sobre el que mantener la libertad del país. Las celebraciones, espero, arrojan luz sobre los hechos de la vida ocultos por la ignorancia y la pobreza".
Hemos escuchado críticas hacia el actual Gobierno por su supuesta campaña de aliento al enfrentamiento interétnico, aunque también hemos oído decir que esas críticas proceden casi siempre de los amhara que, según quienes niegan la primera acusación, se consideran el pueblo elegido. Lo cierto es que la convivencia y hasta el mestizaje de etnias y religiones en Etiopía es un hecho.
Con ser quizás el país más cohexionado de África (sin olvidar conflictos como el de Ogadén) parece que a Etiopía le hace falta argamasa para unir lo que incluso la Constitución Federal dice que cualquiera de sus pueblos integrantes puede desunir. Viene todo esto a cuento porque leyendo Addis Fortune nos hemos encontrado una crónica de Girma Feyissa en la que habla del Festival de las Naciones, las Nacionalidades y los Pueblos de Etiopía. Se celebró el martes pasado en la plaza de Meskel, en Addis Abeba, y consistió en una especie de gigantesco carnaval de coros y danzas con representaciones de los diferentes pueblos que integran el país. Es la tercera vez que se celebra y en esta ocasión hizo de anfitriona la región de Oromia.
El último párrafo de la crónica de Girma dice algo así:
"Parece que la gente está empezando a entender Etiopía como un estado multiétnico, multiidiomático y multicultural sobre el que mantener la libertad del país. Las celebraciones, espero, arrojan luz sobre los hechos de la vida ocultos por la ignorancia y la pobreza".
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