Mayte Pérez Báez es la autora de Ángeles de Wukro, un libro del que ya hemos hablado en el blog. En él cuenta su experiencia después de convivir un tiempo en Wukro con el padre Ángel Olaran y de implicarse de forma directa en el proyecto comunitario que se desarrolla desde hace años en uno de los rincones más míseros de la tierra.
Mayte ha contestado a estas preguntas para Mamá Etiopía.
-La lectura de Ángeles de Wukro deja una sensación agridulce. La áspera realidad cotidiana de millones de personas frente al alivio que supone conocer de la existencia de gente buena y la certidumbre de que la miseria tiene remedio, que no es una fatalidad del destino. Pero ¿crees que algún día cambiará esta situación?
- No creo que sea una fatalidad del destino, sino la esencia del sistema económico. Para que haya ricos tiene que haber pobres. Creo que cambiará cuando tomemos conciencia de que el sistema económico produce pobres. Hace pocos días se anunciaba que el FMI destinará sus fondos a ayudar a los países europeos. ¿Es ahí donde más se necesita?
-Hay quien dice que iniciativas como las del Padre Olaran son solo un grano de arena en el desierto, que son pequeños parches que no solucionan el problema ¿Qué les dirías?
-Que decir eso suena a una excusa para no hacer nada y seguir invirtiendo en lo superfluo.
-En el libro apuntas que hay muchas onegés que dicen que lo suyo no es la ayuda asistencial, sino el desarrollo sostenible. ¿Qué les dices a quienes afirman que el proyecto de Wukro es meramente asistencial?
-En dos palabras, que ¿cómo se puede trabajar si uno no dispone de fuerzas para caminar? Soy partidaria del desarrollo pero cuando las personas tengan fuerzas. Tras haber comido, podemos hablar del desarrollo sostenible. Algunas personas en Wukro solo comen unos pocos granos al día. Muchos sufren enfermedades crónicas, apenas tienen defensas. Pero siguen luchando por sobrevivir.
-Sabes que hay personas que tienen prejuicios en apoyar al Padre Ángel porque es un religioso católico ¿Qué te parece?
-No, no sabía. Pero suena muy triste. Ángel Olaran es un misionero que dedica su vida a la ayuda a los demás, y esos demás son cristianos ortodoxos, es decir, no profesan su misma fe. Pero eso no es lo importante, no está en Etiopía para convertir a nadie, sino para vivir junto a esas personas que hacen que él sea como es. A mí no me preguntó Olaran si yo era católica o practicante para acogerme en su misión durante el tiempo que les visité. Solo me dijo: Claro, ven, serás bienvenida.
-¿Es válido el actual modelo de cooperación al desarrollo?
-Es evidente que no...y que no basta únicamente con la cooperación.
-A veces las estampas de la pobreza extrema parecen decorados de una película en la que todo es irreal. ¿Cómo te enfrentaste a situaciones como las que describes que, aunque contadas con respeto y ternura, encierran una dureza brutal?
-Verás, la gente tiene tal humanidad, es tan respetuosa y acogedora en sus humildes casas, que eres tú quien tiene que dar las gracias porque te tiendan los brazos. Son seres humanos que habitan otros lugares y tienen otras condiciones tan difíciles, son personas; a veces nos dan unas tremendas lecciones de humanidad. Algunas situaciones son duras, y difíciles de contar en un papel, pues no quieres frivolizar o minimizar algo. Quieres contar lo que ves. Pero la aproximación es siempre desde un inmenso respeto hacia el otro.
-Has participado de un proyecto en el que se procura a los huérfanos un ambiente lo más parecido posible a una familia sin salir de su entorno. ¿Qué te parece la opción de la adopción?
-Olaran no quería mantener un orfanato donde los niños salieran desconociendo qué era una familia, por eso trató de mantenerlos en un ambiente lo más parecido a un hogar. La adopción en nuestros países es una buena opción para que niños sin familia crezcan en una. Me gusta que, como en el caso de Mama Etiopía, sepan de dónde vienen, no pierdan sus vínculos, ayuden a otros necesitados, es decir, no se reduce a querer ser padres y a adoptar. Creo que es importante que el hecho de adoptar no se ciña a tener un niño, sino que también sirva para tomar conciencia de los problemas de una comunidad.
-Protección, arraigo, educación y salud. ¿Son las palabras claves?
-Y desigualdad, miseria, injusticia, hambre, injusticia...
-¿Observas alguna mejoría en la situación económica de Etiopía?
-No puedo contestarte. Mi mayor experiencia se reduce a Wukro, y es un pueblo donde la situación económica es, para gran parte de la gente, dramática.
-Apuntas algo al final del libro, pero ¿qué pasará cuando Ángel Olaran no esté? ¿Los chavales que están recibiendo formación y los adultos que colaboran con él serían capaces de autogestionarse?
-Creo que sí. De hecho, para muchos chavales, Ángel, Abba Melaku, es un padre, su referente. Creo que Ángel ha sembrado la semilla, pero esos muchachos adoran lo que hacen, cultivan, riegan, aprenden a cuidar la tierra, y quiero pensar que continuarán trabajando de la manera que Abba Melaku les enseñó.
-Crees que la trayectoria y el trabajo de Ángel Olaran le hacen merecedor, por ejemplo, del Príncipe de Asturias de Cooperación. ¿Por qué no lo tiene aún?
-Yo diría que el Príncipe de Asturias se merecería a una persona como Ángel.
(En la foto, Mayte junto a Ángel Olarán, el juez Garzón, el periodista Vicente Romero y el editor Ángel F. Fermoselle el día de la presentación del libro. Fuente: Editorial Kailas)
2 comentarios:
Enhorabuena por la entrevista!!! "Los Ángeles de Wukro" ha sido mi regalo de cupleaños, estoy deseando leerlo!!!
Lo dicho, felicidades.
Paloma
Ya estoy planeando mi próximo viaje a Etiopía por el Norte: Axum, Lalibela y Danakil, con parada en Wukro si es posible para conocer a tan noble persona.
Gracias por todo
un abrazo
Publicar un comentario